El cuarto improvisado de entrevistas en Grayhaven no tenía espejos dobles ni cámaras ocultas; era una oficina adaptada, con paredes desnudas y olor a café recalentado. Ethan Voos se sentó con la espalda recta, el mentón erguido, como si se tratara de una junta de negocios. Allyson, frente a él, desplegó una libreta. Torres estaba a un costado, apoyado contra la pared, brazos cruzados.
—Señor Voos —comenzó uno de los agentes enviados desde sede—, gracias por venir voluntariamente. Queremos aclarar la relación de su empresa, Voos Capital, con las donaciones de la Fundación Halcón Gris.
Ethan no parpadeó. —Mi relación con esas cuentas es inexistente. Lo que Judy presenta son falsificaciones, y usted lo sabe, agente. ¿Qué tan pronto se dieron cuenta de que esos papeles son demasiado perfectos?
El agente intercambió una mirada incómoda con Allyson. Ella permaneció impasible.
—Lo que necesitamos es verificar sus palabras con hechos —dijo—. Cualquier documento, cualquier respaldo que nos fac