La tarde en Grayhaven parecía tranquila, como si la niebla se hubiera cansado por un instante de cubrirlo todo. Allyson Drake y Mike Torres ocupaban una mesa apartada en la pequeña cafetería de la calle principal, la misma que servía un café fuerte y dulces caseros. A esa hora solo quedaban dos ancianos jugando dominó cerca de la ventana y una mujer con un libro abierto al fondo. El resto del local estaba en silencio, lo suficiente para que ambos pudieran hablar sin que pareciera una reunión formal.
Allyson seguía observando a Mike con cierta cautela. Tenía el porte relajado de alguien que sabía cómo moverse en lugares donde no era bienvenido. Moreno, de cabello corto y mirada despierta, podía confundirse con cualquier joven del pueblo que pasara por allí de forma rutinaria. Su sonrisa fácil y el modo en que se inclinaba hacia ella daban la impresión de un cómplice más que de un subordinado.
—Supongo que ya te habrán dicho que no estoy muy convencida de trabajar con novatos —dijo Ally