El taller estaba envuelto en una atmósfera pesada, donde el único sonido provenía de las herramientas de Caleb mientras trabajaba en el candado. Cada golpe resonaba con un eco inquietante, amplificando la tensión en el aire. Asteria permanecía sentada con el cachorro en su regazo, observando la caja con una mezcla de ansiedad y esperanza. Evander y Lysandra se posicionaron cerca, atentos y listos para enfrentar lo que fuera que estuviera escondido dentro.
Finalmente, el candado cedió con un chasquido claro que cortó el silencio. Caleb se enderezó con una expresión satisfecha, limpiándose las manos en un trapo antes de dar un paso atrás.
—Ahí lo tienen. La caja está lista —anunció, con tono neutral pero curioso por lo que encontrarían.
Asteria se acercó primero, respirando profundamente mientras colocaba las manos temblorosas sobre la tapa. La levantó con cuidado, dejando que la luz amarillenta del taller revelara poco a poco su contenido. Evander y Lysandra miraban desde ambos la