—¿Por qué siempre tan apresurada? —comentó Lysandra mientras salía del auto, cerrando la puerta detrás de ella con calma.
Asteria se giró hacia ella, con una sonrisa ligera en los labios.
—No lo puedo evitar —respondió Asteria mientras colocaba al cachorro en el suelo—. Alguien necesita atención inmediata, ¿verdad?
El cachorro, aliviado de estar finalmente al aire libre, comenzó a olfatear con entusiasmo el césped antes de correr hacia un rincón. Asteria lo observaba con una mezcla de ternura y diversión, mientras Lysandra cruzaba los brazos y se apoyaba contra el auto, observando la escena con una expresión tranquila.
—Deberíamos aprovechar para estirar las piernas también —comentó Lysandra, sin perder de vista al pequeño cachorro.
Asteria asintió, poniéndose de pie y girándose hacia ella. Mientras lo hacía, una brisa ligera levantó algunos mechones de su cabello, y por un momento, Lysandra simplemente se quedó mirándola.
—¿Qué? —preguntó Asteria, con una sonrisa nerviosa