Hermes llevó consigo a Anahí al salir de la reunión, caminando junto a ella por el pasillo con un gesto firme y protector.
—No creas en las palabras de Alfonso, Anahí —le dijo con voz baja pero segura—. Él nunca te va a alejar de tu hijo. Y si se atreve… tendrá que enfrentarse también a mí. No permitiré que lastime a Freddy.
Anahí lo miró con un brillo de gratitud en los ojos. El corazón le latía más tranquilo, como si el simple hecho de tener aliados de verdad la sostuviera en medio de aquella tormenta.
Sentir el respaldo de Hermes, y también de Darina, la fortalecía. Después de todo, Alfonso era un hombre muy poderoso, con influencias y una mente tan calculadora como cruel.
—Gracias —susurró—. No sé qué haría sin ustedes.
Hermes no respondió de inmediato. Solo la miró con un gesto serio, como si su mente estuviera ya lejos de ahí. Y lo estaba.
En dos días operaban a Hernán, y todo en su corazón se inclinaba hacia su hijo. Solo quería volver a casa, abrazarlo, decirle que todo saldría