Tres días después.
Sienna intentó varias veces conseguir el alta, pero los doctores no accedían, le dijeron que estuvo a punto de quedar imposibilitada para tener hijos, y que incluso un segundo embarazo sería muy difícil.
Pero a Sienna, ya nada le importaba, solo una cosa, Melody, temía el no volver a verla.
En ese instante, Tessa entró. Llevaba una sonrisa cruel en los labios, como si todo esto hubiese sido parte de un plan largamente esperado.
—Te lo dije, hermanita… —susurró con veneno—. Nunca ibas a ganarme.
Sienna la miró desde la cama de hospital, con lágrimas en los ojos, sin fuerza para seguir luchando.
—¿De verdad lo amas tanto, Tessa? ¿Tanto como para destruirme? A mí, a tu hermana…
—Sí. —Tessa se inclinó un poco, con la voz baja, pero llena de saña—. Lo amo como a nadie, pero además hay algo más, Sienna… me encanta verte perderlo todo.
Sienna cerró los ojos con fuerza. Respiró hondo. Se aferró al último rastro de dignidad que le quedaba.
—Entonces quédatelo —dijo, con la v