Nelly sintió ese beso, una explosión de pasión que la dejó sin aliento.
Era como si el mundo se detuviera por un instante, y todo lo que importaba era Ethan y la conexión intensa que compartían en ese momento.
Sin embargo, a pesar de la calidez que brotaba de su pecho, una parte de ella sabía que debía poner un alto. Con un gesto suave, lo detuvo y se miraron a los ojos, buscando respuestas en la profundidad de sus miradas.
—Ethan, estás loco —dijo ella, su voz, un susurro cargado de confusión y deseo.
—Te amo, no quiero perderte —respondió él, su voz temblorosa, llena de una urgencia que resonaba en su interior. La sinceridad de sus palabras le atravesó el corazón, y Nelly sintió que el peso de sus emociones se hacía más evidente.
Había tanto en juego, tanto que aún no habían resuelto, pero la intensidad de su amor era innegable.
De repente, el sonido de un teléfono interrumpió el momento.
Era una llamada sobre Melody y Demetrio, invitándolos a una cena.
Al llegar a la casa de Melody