83.
AURORA
Regresé a la casita de Lessan, corriendo rápido hacia la ventana, esperando con toda la paciencia del mundo a que el entrenador se fuera a dormir.
Pronto escucharía sus rugidos y ojalá que pierda más que un pedazo de carne.
—¿Debo tomar tu mirada hacia mí, entrenador, como algo serio, Aurora?
Los pelitos de mi cuerpo se me erizaron por completo ante aquella voz que conocía demasiado bien.
—O quizás ya tienes un mejor reemplazo para mí. Tal vez muchos.
Me giré, enfrentándome a sus ojos morados con un brillo cruel. Siguen siendo intensos, pero ya no está ese afecto de siempre; lo que veo es diferente y, de alguna forma, duele.
—¿Qué estás insinuando?
Mi corazón retumba con fuerza y estoy segura de que él puede oírlo. Se levanta de la silla acercándose de forma lenta y deliberada, haciendo que quiera salir corriendo, a pesar de que mis pies siguen anclados al suelo.
Retrocedo hasta donde la pared me lo permite, sintiendo la presencia de Kayne, más aterradora de lo que nun