— Sí, concreta la hora y el lugar y mándamelo al móvil.
Al colgar, Natalie llamó a Leonardo.
—Esta noche voy a cenar con el señor Ruiz, no hace falta que vengas a recogerme.
Tras unos segundos de silencio, llegó la voz descontenta de Leonardo: —¿Fausto?
—Sí
—Voy contigo.
La mano de Natalie, que daba vueltas al documento, dio un respingo y frunció el ceño: —Hablaremos de negocios y es inconveniente que estés allí.
Leonardo no dijo nada, pero tampoco colgó.
Al notar que estaba descontento, Natalie dijo con impotencia: —Realmente se trata de negocios, y volveré en cuanto terminemos, ¿de acuerdo?
—Entonces tienes que volver antes de las nueve, ¡y no bebas!
Natalie sonrió: —Vale, lo que tú digas.
...
A las seis de la tarde, Natalie llegó al restaurante con el que había quedado.
Después de sentarse frente a Fausto, sonrió y dijo: —Había un poco de tráfico, llego tarde. Lo siento.
Fausto le dio el menú y le dijo: —No llegas tarde, yo he llegado temprano.
Natalie cogió el menú y pidió dos de