En el despacho del presidente del Grupo Santos, tras colgar, Leonardo tiró el móvil con una mirada gélida y rabia en los ojos.
Carlos llamó a la puerta y entró, cuando percibió la frialdad en su entorno, tembló.
—Señor Ramos... Baco quiere verte, y está fuera de la oficina ahora...
Al acordarse de lo ridículo de Baco, Carlos creía que lo merecía.
Anoche había intentado tenderle una trampa a Natalie, y no solo había fracasado, sino que se había convertido en el chiste de Imperialia.
Y... Ernesto lo había destituido como accionista del Grupo Santos, Leonardo le había dado una paliza y había colgado su vídeo en Internet, y Baco era una celebridad en el país...
Carlos estaba bebiendo agua cuando vio su cara magullada e hinchada y casi lo escupió.
—¡Dile que se largue!
—Bueno...
Carlos se dio la vuelta y salió de la oficina y le dijo a Baco que Leonardo no quería verlo.
Pero Baco no se iba, había ido a la mansión de la familia Santos antes de venir a la oficina y Ernesto no lo había visto.