Isabella caminaba unos pasos detrás de Fernando mientras salían del parque. Él seguía perdido en sus pensamientos, con la mirada fija en el suelo, apretando y aflojando las manos, como si algo dentro de él estuviera a punto de romperse. Cuando Isabella vio que él seguía distraído, se detuvo unos metros atrás, sacó su celular y marcó rápidamente.

Victoria contestó con voz preocupada.

–¿Isa, todo bien?

Isabella bajó la voz, mirando de reojo a Fernando para asegurarse de que no la escuchaba.

–Victoria, necesito que estés preparada. Voy a llevar a Fernando al hospital. Marcos no lo espera… pero es necesario.

Hubo un silencio denso al otro lado.

–¿Estás segura? –preguntó Victoria–. Marcos está muy resentido, y Fernando… bueno, tú lo conoces. Esto puede explotar.

–Lo sé –susurró Isabella–. Pero si no lo intento ahora… nunca se van a enfrentar. Y si quiero que Marcos entienda algo… necesito que lo vea.

–Está bien –aceptó Victoria al fin–. Te espero en la habitación.

Isabella colgó justo cuan