Capítulo 17: Cocinar para olvidar.
Isabella apretó los labios. Cada palabra de Fernando la pinchaba como un aguijón, no porque no fueran ciertas —ella misma había sufrido ese hielo en la oficina—, sino porque había visto otra cara de Marcos, una que él no mostraba a nadie más.
—No siempre las apariencias dicen la verdad —replicó con serenidad, aunque su voz tembló apenas.
Fernando arqueó una ceja, como si esa respuesta lo hubiera divertido.
—¿Acaso insinúa que usted ha visto algo distinto? —preguntó, con una ironía clara en cada sílaba.
Isabella bajó la mirada por un segundo. El recuerdo de las noches con Marcos, de sus caricias ardientes, de la pasión con la que la buscaba, se le vino encima como un golpe. Claro que había visto más que frialdad. Claro que había sentido el fuego que escondía bajo esa fachada. Pero no podía confesarlo. No a Fernando.
—Solo digo que… nadie es completamente de hielo —contestó, sin alzar demasiado la voz.
Fernando la observó con mayor atención, como si hubiera captado ese matiz en sus pala