―Te doy tres segundos para que te alejes de ella... —Selene abrió sus ojos en grande. No podía creer lo intimidante que se veía Zander; su sola presencia parecía drenar el aire de la habitación. Selene, aún sujeta por Dylan, se quedó completamente paralizada.
―Zander... ¿Qué estás...?
―Uno... dos... ¡Tres!
Antes de que Selene pudiese reaccionar, Zander ya estaba frente a ellos. De un solo impulso apartó a Dylan, el secretario, haciendo que este retrocediera bruscamente.
Selene soltó un pequeño grito de sorpresa ante la violencia del gesto, viendo la situación más que conmocionada.
Dylan, reaccionando demasiado tarde, se puso en pie rápidamente y habló con un tono cargado de puro terror.
―Lo siento, gran señor... fue mi culpa, yo solo...
―¿Tienes familia? —La pregunta de Zander cortó el aire como una cuchilla—. Te pregunto: ¿Tienes familia?
Selene no entendía el peso de la pregunta, pero Dylan pareció horrorizarse. Se puso tan pálido que parecía a punto de desmayarse mientras empezaba