―Me vas a volver loca... —Las palabras de Selene lograron causar diversión en Zander, en lo que Selene parecía no entender qué era lo que pasaba por su cabeza.
Lo cierto era que Zander era un hombre perverso y maquiavélico, no hacía nada sin una intención, nada que no le beneficiara a él, pues al ser como era, por ende, era egoísta y cruel.
Pero Zander Perseus tenía una debilidad y aquella era la mujer frente a él, pues de no ser así, y ella solo fuese un juego, Zander ya habría quitado con simpleza todos los obstáculos del camino y cuando hubiese acabado con ella, la habría dejado en el olvido.
Pero Selene no sabía que ella era su primer amor, aquella por la que en parte se había convertido en quien era, aquella que lo había impulsado a convertirse en el hombre demente que manipulaba todo para tenerla a como diera lugar.
―¿Qué es tan divertido? —Selene habló con lo que parecía desesperación, mientras Zander sonrió y habló en un tono jocoso:
―No es nada, solo que eres muy dulce... —Za