Había pasado cerca de una hora desde que Zander se había marchado. Selene lo esperó, lo hizo hasta que llegó a cansarse lo suficiente, como para ir al armario.
En aquel lugar completamente arreglado se encontraban las cosas que se suponía que eran para ella, que estaban en completa medida para ella, junto a las de Zander Perseus.
Aquello no supo cómo la hizo sentir. Un hueco en su estómago se instaló al instante en el que logró ver todo frente a ella, cómo los zapatos, y la ropa se encontraba a la par de la de él.
Al entrar en el cuarto de baño, desde los cepillos de dientes hasta los utensilios de aseo, se encontraban, en perfecto orden, hombre-mujer.
Algo que había hecho que Selene no supiera cómo comportarse o siquiera cómo digerirlo.
Ella, incluso con Víctor Nikolái, jamás había tenido nada semejante y verlo allí en aquel momento, la había dejado lo suficientemente inquieta.
Tanto así que había salido de la habitación en busca de aire, mientras escuchaba los susurros llenos de emo