Capítulo 42.

Si tener cuatro armas no eran suficientes para él, una quinta se sumó. Leonardo la presionó contra su cuello y con esa mirada filosa que le dedicó, dejó claro que estaba a nada de apretar el gatillo.

—Romano baja esa pistola. —pidió Nixon perdido en todo el asunto.

Lina tenía los ojos sobre él Kael en ese instante y este solo se repetía el maldit0 guión a seguir. Ella no debía tener sobre él. No tenía que hacerle pensar en bajar el arma, porque no era…

Pero esa forma de verlo. La manera en la que ordenaba con sólo mover las pestañas no era normal. Para nada lo era y él tenía que concentrarse en lo que estaba a su alrededor.

Cinco cañones estaban a sólo segundos de atravesarle el rostro y espalda. Cinco balas aseguradas si tiraba del gatillo. Cinco asesinos que no dudarían en hacerlo si movía otro milímetro de su dedo.

El aire estaba cargado de una tensión mortal, tan densa que casi podía tocarse con las manos. El sudor frío le recorría la frente a Kael, mezclándose con la sangre
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