NAHIA
Camille ya me está esperando, impaciente, sus ojos brillan con una mezcla de emoción y complicidad, y tan pronto como nos encontramos, estallamos en una risa ligera, nerviosa, como si compartiéramos un secreto que el mundo no podría entender. El aire fresco de la mañana nos envuelve, pero realmente no nos toca, absorbidas como estamos por la promesa de este día, por el escalofrío de las posibilidades, por este vértigo anticipado.
— Entonces, ¿listas para el asalto? —me dice, y asiento con la cabeza, mi corazón latiendo ya más rápido, porque siento que este día será un vértigo continuo, un torrente de sorpresas, de texturas y de luz, una subida suave e irresistible que me hará olvidar las limitaciones, los tabúes, la rutina.
Comenzamos por los bolsos, y muy pronto me doy cuenta de que cada tienda es una escena, un teatro donde el lujo desempeña su papel, donde cada objeto se convierte en objeto de deseo. Los Birkin, Chanel, Loewe y Saint Laurent se suceden, y me absorbo en sus de