Capítulo 27

Milagros sujetó con fuerza su bolso y subió las escaleras dejando al joven detrás. Sus pasos eran rítmicos porque no quería darle espacio a Alan de que pudiera alcanzarla y el momento se convirtiera en algo más, no sabría manejarlo. Lo vio por última vez de soslayo antes de perderse en el segundo piso.

Apoyó la espalda contra la madera de la puerta y emitió un largo suspiro, que no supo si era por enojo, frustración o excitación. Sintió que el aire le faltaba. No podía negar que le gustaba sentir sus labios sobre los de ella, pero temía que si lo dejaba avanzar, él la convencería de que dejara la casa.

«Está sin duda jugando el mismo juego que yo», pensó.

En el fondo guarda

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