—Llevalos al parque, ya salgo —dijo colérica
Los tres salieron rápido del lugar.
—Milagros —espetó el joven levantándose, mientras reía sarcástico—. ¿Qué sucede?
—¿Cuál es la gracia? —inquirió mordiendo sus dientes totalmente molesta.
—¡Lo siento! —Arqueó una ceja—. ¿Te avergoncé?
—Ni siquiera intentes hacerlo —vociferaba mientras movía efusivamente sus brazos para todos lados.
—¡Cálmate quieres! —ordenó tranquilo el hombre.