El grupo se había dispersado por la casa, buscando desesperadamente pistas que pudieran guiarlos. Cada habitación explorada parecía contener fragmentos de historia, pero ninguno de ellos parecía completo. La atmósfera se volvía cada vez más opresiva, como si la misma casa reaccionara a sus movimientos.
Lucas, Mathias, Alice y Léa se habían quedado en el ático, donde las imágenes del ritual en el espejo seguían atormentándolos. Mélanie y Hugo, aún demasiado débiles para moverse, se habían quedado en el salón, intentando recuperar algo de calma.
Alice posó una mano sobre el viejo espejo, con la mirada fija en su oscura superficie.
— ¿Creen que este ritual...? ¿Era para qué? ¿Para proteger algo o... liberar algo? —murmuró.
Mathias, absorto aún en las imágenes captadas con su cámara, respondió en tono pensativo:
— Si estos grabados son una forma de protección… entonces deben contener una energía o fuerza. Pero si son un medio para liberar… entonces todo lo que hemos visto podría estar...