Capítulo 97
Decidió relajarse, pensando que un poco de alcohol la ayudaría a dormir bien y quizás, con la mente despejada, mañana sabría cómo manejar el caso.

La botella de licor fino se acabó entre ambos en dos o tres rondas, y Luciana ya sentía el alcohol subiéndosele a la cabeza.

De repente, la puerta del reservado se abrió y una pareja entró besándose apasionadamente, tropezando entre sí.

En el reservado solo estaban Luciana y Sebastián, y como no estaban cantando ni habían pedido acompañantes ni jugaban a nada, el ambiente estaba muy tranquilo y con luz tenue.

La pareja, sin notar que había gente, se disponía a hacer cosas indescriptibles allí.

Sus besos apasionados eran como lava ardiente, consumiendo la razón de ambos. Buscaban el antídoto en el cuerpo del otro, arrancándose la ropa mutuamente.

El hombre le acariciaba los pechos a la mujer. —Nena, qué grandes y suaves son...

La mujer llevaba un vestido morado ajustado, su largo cabello negro caía sobre su espalda, sus pestañas postizas eran
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