Sebastián estaba al otro lado del coche, observando sus movimientos.
— ¿Te lastimaste la espalda?
— ¿Eh? —Luciana levantó la mirada—. Sí, así es.
— ¿Cómo te lastimaste?
Luciana cerró la puerta del coche, evitando instintivamente su mirada.
— Me pinché con un clavo.
Sebastián no siguió preguntando. Para un abogado excelente, el razonamiento deductivo era una habilidad esencial.
Aunque no podía determinar exactamente cómo se había pinchado con un clavo, estaba claro que tenía alguna relación con su ex-marido.
— ¿Todavía sientes algo por él? —la miró con intensidad.
— Si sintiera algo, no me habría divorciado —Luciana sonrió—. No soy una persona que se queda atrapada en el pasado.
Ella había conocido la existencia de Vanessa desde hacía tiempo, pero no pidió el divorcio inmediatamente.
Solo cuando perdió completamente la esperanza en Alejandro, tomó la firme decisión de dejarlo.
Sebastián quiso decir algo, pero al final se contuvo.
Luciana caminó adelante guiando el camino.
— No está lejo