Capítulo 84
Conocía bien la forma de ser de Luciana; con este tipo de heridas pequeñas, ella siempre las descuidaba. Recordaba una vez que se cortó el dedo mientras cocinaba y sangró mucho, pero solo se puso una tirita y la herida tardó mucho tiempo en sanar.

— Ya fui —respondió Luciana.

Su principal objetivo era evitar enredarse en conversaciones con él.

Alejandro no le creyó:

— Sé que no has ido. Aquí hay medicamentos: unos para tomar por vía oral, contra el tétanos y la inflamación, porque tu herida parece profunda. Y también hay pomada para aplicar externamente. No dejes que la herida se moje...

— ¿Hablas en serio? —Luciana se sorprendió de que ahora se preocupara por ella.

Antes, cuando sufría algún golpe o herida menor, él solo decía:

— ¿Por qué no vas al hospital?

Nunca había comprado medicinas por iniciativa propia ni se había preocupado si sus heridas podían mojarse o no.

Cuando se cortó el dedo, ¿acaso no siguió cocinando para él? ¿Y él mostró alguna preocupación?

Y ahora, después del di
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