# —¿Dónde está? ¿Dónde está?
Mailen pensaba que Luciana realmente había escondido a un hombre en la casa y miraba por todas partes buscando rastros masculinos.
— ¿Está en el armario? —preguntó sonriendo—. ¿No estará sin ropa?
Luciana suspiró con resignación.
Daniela, por su parte, miraba a Luciana con ojos que exigían la verdad.
— Habla ya.
— No tengo ningún hombre escondido aquí —respondió Luciana con franqueza—. Esa ropa la olvidó mi jefe aquí.
— ¿De Sebastián? —preguntó Daniela.
Luciana asintió.
— Sí, el asesor, ¿quién más podría ser? Bien sabes que es mi jefe.
Mailen, que estaba entusiasmada, se sintió totalmente decepcionada al descubrir que solo se trataba de una prenda.
— ¿Solo es una camisa?
— ¿Es ese hombre alto y guapo que vi la otra vez? ¿El que te animé a conquistar? —preguntó.
— Sí, es él —contestó Luciana.
Daniela la interrogó:
— ¿Su chaqueta? ¿Cómo llegó a tu casa? ¿Estuvo aquí?
Luciana recordó cuando quedaron atrapados en el elevador y se abrazaron, lo que la hizo senti