Esbozó una pequeña sonrisa.
[¿Cuándo regresas?], preguntó como poseída por un impulso diabólico.
Apenas envió el mensaje se arrepintió, pues no le correspondía preguntar por los asuntos de su superior. Además, esas palabras parecían cruzar cierta línea. Intentó eliminarlo rápidamente, pero ya había pasado el minuto límite y no pudo hacerlo.
Algo avergonzada, iba a dejar el teléfono cuando llegó un mensaje de voz. Al reproducirlo, escuchó una voz profunda y ronca, como de alguien entre dormido o bebido: [Vuelvo mañana.]
[Iré a recogerte al aeropuerto], respondió ella.
Del otro lado llegó un simple [Vale] en audio.
Apenas dejó el teléfono, este volvió a sonar. Era Andrés —¿Alejandro te causó problemas?
—No —respondió ella.
—¿Dónde estás? Voy a buscarte.
Sin energías para lidiar con nadie en ese momento, le dijo —Ya estoy en casa, estoy cansada y no quiero salir.
—¿Podemos vernos mañana? —preguntó Andrés lleno de esperanza.
—Mañana tengo planes.
—Entonces pasado mañana —insistió sin rend