En esa subasta, él estaba sentado justo detrás de Alejandro y Luciana.
Como las pujas se hacían a través de una máquina, Luciana no supo nunca que quien estaba compitiendo con Alejandro era la persona justo detrás de ellos.
Ni siquiera sabía que Sebastián había estado presente en esa subasta.
Luciana volvió a quedarse pasmada, con los ojos bien abiertos.
—Abogado Campos, ¿cómo lo supo?
—Lo escuché de parte del profesor Manolo—Sebastián tenía las manos cruzadas detrás de la espalda.
No era bueno mintiendo, así que se notaba incómodo, sin saber qué hacer con las manos.
—Yo no se lo conté al profesor Manolo— Luciana estaba algo confusa.
Pensándolo bien, nunca le había mencionado nada de eso.
Durante su matrimonio con Alejandro, casi no vio al profesor, y mucho menos le habría contado que le gustaba un collar de diamantes rosas.
No era el tipo de conversación que solían tener.
Siempre hablaban solo de temas jurídicos.
—No sé cómo lo supo el profesor —Sebastián carraspeó.
—En fin, ¿cómo va