La persona que llegó fue el profesor Diego.
Esto realmente tomó por sorpresa a Luciana.
—¿Me buscaba por algo? —preguntó Luciana con cortesía.
Sebastián, en cambio, parecía molesto.
Probablemente ya se imaginaba que aquella visita repentina era por algo complicado.
—En efecto, hay un asunto en el que necesito tu ayuda —respondió el profesor Diego, con una sonrisa amable.
—¿Podemos hablar afuera?
—¿Qué le parece si vamos a la cafetería de abajo? —sugirió Luciana.
El profesor Diego dudó un instante.
—Está bien.
Luciana miró a Sebastián.
—Abogado Campos, bajo un momento.
—Sí, si pasa algo, llámame —respondió él.
Luciana asintió.
—De acuerdo, profesor Diego, vamos.
Al llegar a la cafetería, Luciana le preguntó con amabilidad:
—¿Desea tomar algo?
Pero el profesor Diego ni siquiera se sentó; y empezó a hablar claro.
—He venido por encargo de alguien. Creo que tu divorcio con Alejandro fue una lástima. Él quiere reconciliarse contigo. ¿Por qué no le das una oportunidad? Después de todo, comp