—Entonces, abogado Campos, que descanse —dijo Luciana.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.
***
Muy temprano por la mañana, Luciana fue despertada por el sonido insistente del teléfono. Medio dormida, estiró la mano y respondió:
—¿Hola...?
—Mi esposo se arrepintió. Ya no quiere firmar la conciliación ni retirar la denuncia.
Su clienta sonaba desesperada.
Luciana se despertó de una vez. Apenas había pasado una noche, ¿y ya había cambiado de opinión?
También temía que mientras más tiempo pasara, más difícil fuera. Por eso había querido resolverlo todo ese mismo día.
—¿Qué pasó exactamente? —Luciana se sentó y se frotó los ojos.
—Habla con calma.
—No lo sé, me acaba de mandar un mensaje diciendo que se arrepiente de haber firmado la conciliación y que no retirará la denuncia. Pero ya firmó, ¿no significa que ya no puede echarse atrás?
La clienta aún conservaba algo de esperanza.
—Puede arrepentirse —dijo Luciana.
Aunque, en principio, no debería ser posible.
Aquel día hubo cierta persuasión por