Como Luciana no tenía prisa; esperó pacientemente a su clienta.
Después de todo, no era un asunto menor, se trataba de una decisión entre el dinero y la libertad. Esas dos cosas que todos —en realidad, la mayoría de las personas— buscan toda su vida.
El problema era que su clienta no quería quedarse con solo una opción, lo cual no era muy realista.
Era normal que necesitara tiempo para pensarlo.
Si fuera Luciana la que tuviera que decidir, escogería la libertad. Con el tiempo suficiente, siempre se puede generar dinero, no acabarías sin nada.
Después de todo, cada día que acaba, tienes otras veinticuatro horas para luchar.
Tras una lucha mental que duró más de diez minutos, al final, la clienta eligió la libertad.
Luciana dijo:
—En cuanto a los bienes, lucharé por conseguirte lo máximo posible.
La clienta asintió con fuerza.
—Gracias, abogada Luciana.
A ojos del público, todo abogado de Avanterra debía ser sumamente competente.
Por eso, esta clienta confiaba casi ciegamente en Luciana