Un recién graduado… ¡y conduce un Bugatti! ¿Acaso su familia tiene una mina de oro?
—Súbete —dijo Lucas, abriendo la puerta del auto y empujando suavemente a Luciana hacia adentro.
—¿A dar una vuelta? —preguntó ella, precavida.
—Ajá —respondió él sin darle mucha importancia.
Como parecía solo un paseo, Luciana no se negó y se sentó.
Aunque… no terminaba de acostumbrarse. El asiento era muy cómodo, sí, pero muy bajo. Se sentía casi en el suelo.
Lucas se colocó unas gafas de sol y presionó el botón para arrancar. El rugido del motor sonó como un trueno, potente y capaz de hipnotizarte. La adrenalina se disparaba y la necesidad de velocidad se encendía. Esa era, tal vez, la verdadera razón por la que a los hombres les gustaban tanto los autos deportivos: libertad, desenfreno, locura.
Luciana giró la cabeza para mirarlo. Su semblante era delicado, de facciones definidas. Llevaba una chaqueta blanca informal y debajo una sudadera negra de cuello redondo. Todo en él irradiaba juventud y vita