Alguien como Lucas, con una familia poderosa, podía entrar donde quisiera sin necesidad de un título.
Tal vez ni siquiera estaba ahí para aprender, sino solo para “experimentar” la vida.
Lo que para la gente común requería esfuerzo sobrehumano, para los de arriba era una simple formalidad. Incluso, sin ningún filtro.
Al final, esas famosas “piedras en el camino” solo se las encontraban los de abajo.
Luciana quedó resignada, sonriendo por la ironía de la situación.
¿Quién dijo que todos eran iguales?
Estaba de pie dentro del ascensor panorámico, y a medida que subía, empezó a sentirse nerviosa. El ascensor era de cristal, y cuanto más ascendía, más vértigo causaba.
La sensación era como pisar el vacío. Una experiencia visual parecida a las pasarelas de cristal, pero aún más intensa y aterradora.
Había avisos que advertían que personas con vértigo o problemas cardíacos no debían subirse.
Luciana se aferró fuerte a la barandilla.
Lucas, que notó cómo apretaba el pasamanos discretamente, n