Capítulo 180
Cuando despidieron a esas personas, no recibieron ninguna compensación económica. Se tuvieron que tragar la amargura en silencio: no tenían a quién pedirle ayuda.

Lucas se acercó a Luciana con una sonrisa traviesa.

—Hermana, escuché que ninguno de los hombres se resistió. Todos cayeron redonditos.

Luciana guardó silencio.

—Ay, por favor, ¡casi me muero de la risa! —Lucas se agarraba el estómago mientras reía—. Fue un plan maestro. Esos tipos fueron como títeres.

No se podía negar: algunos abogados sabían jugar sucio con mucha inteligencia.

—Dicen que los abogados pueden ser ángeles o demonios... y parece que es verdad. Pero, hermana, también escuché que el abogado Sebastián es aún más impresionante. Que sabe proteger los bienes de sus clientes de una forma que ni la fiscalía puede rastrear. ¿Es cierto?

Parpadeó con esos ojos brillantes como estrellas.

Luciana no lo había escuchado directamente, pero estaba segura de que sí.

Después de todo, Sebastián era considerado por muchos como el
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