Capítulo 169
Al leer la última línea, Luciana sintió un miedo tan fuerte que la carta se le resbaló de los dedos.

¡Qué tipo tan enfermo!

¿Andrés seguía obsesionado con ella incluso desde la cárcel?

Solo de pensarlo, la piel se le erizó.

Era aterrador.

Se frotó los brazos, intentando calmarse, y se agachó para recoger la carta, pero sin pensarlo mucho, la hizo una bola y la tiró directo a la basura.

Solo esperaba que, cuando Andrés saliera, ya hubiera cambiado.

Para ella, un amor sano se basa en la comprensión. El amor posesivo es locura.

Y de un loco como Andrés… era de esperarse que fuera así.

En ese momento, la puerta del despacho se abrió.

—Luciana... ¿estás bien? ¿Te sientes mal? —preguntó Sebastián, deteniéndose al notar su palidez y ojos muy abiertos, como si hubiera visto algo terrible.

—¿Ah? —Luciana reaccionó rápido. —No, no, solo que…

Se frotó las mejillas con fuerza, tratando de olvidar el susto.

—Solo vi algo que me asustó un poco, eso es todo.

Recuperó la calma.

—¿Necesitas algo, aboga
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