Luciana medio recordaba que Daniela le había contado alguna vez que la historia de Sebastián no era nada común.

En su momento no le interesó.

Y ahora… tampoco. Era asunto personal de él, y no tenía mucho que ver con ella.

Su identidad era desconocida para la mayoría. Probablemente porque no quería que escarbaran en su vida ni que hablaran de eso.

Luciana abrió la puerta del auto y se sentó adentro. Había que admitirlo, un auto caro, realmente lujoso.

Además, los interiores de los Mercedes-Benz eran famosos por su belleza.

Nunca había manejado un vehículo así.

Se sentía diferente a los otros autos.

Y ella, que no estaba en su mejor día, tenía miedo de terminar chocándolo.

—Ehh… Abogado Campos, ¿por qué no buscamos un chófer?

—Pisa el freno —Sebastián extendió la mano y tocó el botón para encenderlo.

—Se maneja igual que tu auto.

Luciana tomó el volante mientras Sebastián se inclinaba para mostrarle:

—Este es el cambio de marchas…

Justo cuando ella pensaba en preguntar, sus dedos señalar