Capítulo 144
Sebastián estacionó y ambos se bajaron.

Luciana se paró bajo el sol, observando el cielo azul y las nubes blancas. La luz iluminaba el pasto suavemente, dándole a todo un brillo especial.

Desde donde estaban, el centro ecuestre se veía enorme.

—Vamos —dijo Sebastián, y comenzó a caminar hacia el interior.

Luciana asintió y fue detrás de él.

En poco tiempo llegaron a la recepción.

Apenas vio a Sebastián, el gerente salió para recibirlo personalmente.

—Bienvenido, señor.

Él asintió sin mostrar mucha emoción.

Lo trataba con mucho respeto, como si lo conociera desde hacía tiempo. Era evidente que Sebastián venía a menudo.

—Llévala a cambiar de ropa.

La ropa que llevaba Luciana no servía para montar; necesitaba algo apropiado.

—Claro, señorita, por aquí —el gerente le habló con tono cortés y la guio.

Luciana respondió:

—Gracias.

Incluso llamó a una asistente para que la ayudara.

Toda la ropa era nueva. Luciana no sabía si debía pagar algo, pero parecía que todo ya estaba cubierto.

Probablem
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