Luciana se odiaba por sentirse de esa manera.
¿Cómo podía tener tanto miedo por algo "tan pequeño"? No debería sentirse así.
Pero Sebastián le dijo:
—Ya hiciste bastante. Las mujeres siempre han sido el grupo más vulnerable en la sociedad. Y tú fuiste víctima de la manipulación de un hombre. Es normal que eso te afecte.
Luciana cerró la boca como con llave.
—Eres muy bueno dando consuelo.
Había caído tan fácilmente en la trampa porque llevaba años confiando en Andrés. Era su antiguo compañero de clase, un amigo.
Ese día… no se imaginó nada raro.
Sebastián preguntó:
—¿Te sientes un poco mejor? ¿Quieres que vayamos a despejarte?
—¿Cómo? —Luciana levantó la vista. Miró su perfil, con cada rasgo tan bien definido.
Sebastián era muy atractivo.
Pero lo que más le llegaba era cómo la trataba: con calma, como un guía que buscaba ayudarla.
Si él pudiera leerle la mente, tal vez le habría dicho: “¿Un guía, yo?”
—Montar a caballo. ¿Lo has probado antes?
—Nunca. No sé cómo.
—Cuando estás en el cab