Capítulo 135
—Escuchaste mal —dijo Sebastián, y colgó la llamada.

Brooks quedó aún más confundido.

Miró su teléfono, pensando:“¿Será que el señor Campos está enamorado?”

Sebastián guardó el móvil, se levantó y fue a servir un vaso de agua tibia. Lo dejó sobre la mesa, luego se sentó al borde de la cama para ayudar a Luciana.

Le acercó el vaso a los labios y lo inclinó suavemente hasta que el agua tocó su boca.

Luciana, al sentir el líquido, empezó a beber con ganas.

Se la terminó en pocos segundos.

Sebastián preguntó en voz baja:

—¿Quieres más?

Luciana alzó la vista y vio su cara seria, de facciones marcadas y esculpidas. Aunque se sentía un poco mejor, su cuerpo seguía agotado, como si le hubieran vaciado los pulmones. Con voz ronca, respondió:

—No hace falta…

Al notar que estaba apoyada en su pecho, Luciana se apartó rápido, arreglándose el escote torpemente.

—Abogado Campos, ¿qué hace usted en el hospital?

—Mi hermana se accidentó. Vine a verla —dijo Sebastián, dejando el vaso sobre la mesa.

Lu
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