Esto, aunque no fuera con un oficial del ejército, incluso si le pasara a un hombre común, sería imposible de soportar.
—¿Tú ya sabías lo de tu hermano y esa mujer? —preguntó Luciana.
—No, me enteré cuando pasó todo. Antes solo decía que tenía novia. Luego, cuando dijo que no se quería casar, en casa le preguntamos y dijo que ella era divorciada, que por eso todavía no pensaban en casarse. Nadie sospechó nada… ¿Quién iba a pensar que era la esposa de un militar? No era ninguna divorciada.
—¿Está muy difícil el caso? —preguntó Mailen.
Luciana fue sincera.
—No tengas muchas esperanzas.
Mailen bajó la cabeza, desanimada.
—Voy a preguntarle a Sebastián, a ver si hay alguna opción —dijo Luciana.
—Somos amigas, no te pongas así.
Le devolvió la tarjeta.
Mailen no tuvo más remedio que guardarla.
—Te estoy causando muchos problemas.
—No me molestas. Además, tú ya me invitaste a comer, ¿o no?
Mailen sonrió. Aunque lo que iba a pasar era incierto, seguía agradecida.
Después de comer, Luciana se d