Por eso Joaquín prefería mantenerse lejos de Luciana.
Daniela había dejado su teléfono en el vestidor, así que no iba a saber de las llamadas.
—Como no contesta, mejor comamos —dijo Andrés.
—Dicen que aquí el pescado es buenísimo. Lo crían en su propio lago. Una vez lo probé, estaba muy suave. Hay al vapor y en caldo. ¿Cuál te gusta más?
—El que sea —respondió Luciana, sin complicarse.
—Entonces pedimos en caldo —Andrés le puso la mano en la cintura suavemente. Como era invierno, ella llevaba ropa abrigada y encima la chaqueta que él le había dado, así que el gesto no se sintió atrevido, más bien atento.
Luciana ni cuenta se dio de eso.
Pero, justo en ese momento, María los estaba mirando desde afuera.
Ella y Alejandro acomodaban el equipaje en el auto para irse.
Desde el ventanal del restaurante, apenas vio lo que estaba pasando, tiró del abrigo de Alejandro.
—Alejandro, ¡mira a tu exesposa! Está toda pegada a ese tipo…
Alejandro volteó.
Desde allá, parecía que Andrés la tenía abrazad