María miró a otro lado, sintiéndose insegura.
—No… todavía no. Es que es muy pronto, por eso no me la he hecho.
—Hablamos cuando lo tengas claro —Alejandro se soltó y se dio la vuelta, caminando rápido.
María se mordió el labio y corrió detrás de él.
—¡Alejandro, espera…!
Él se detuvo de golpe. María, que venía corriendo, no alcanzó a frenar y chocó contra su espalda.
—Ale… Alejandro… —dijo, temblando.
—¿No que estabas embarazada? ¿Y te pones a correr así? ¿No te preocupa perder al bebé? —dijo él, con una voz sin emoción.
María sintió que se le salía el corazón del pecho. Bajó la cabeza, fingiendo tristeza.
—Es que tú no me esperaste… solo quería ir contigo…
Esa última frase la dijo con un tono débil, como queriendo dar lástima. Se llevó una mano al vientre, fingiendo cuidar algo que no existía.
Alejandro miró su barriga, pero no dijo más.
Al fin y al cabo, sí había estado con ella, aunque todo fue tan confuso que no lo recordaba bien.
Lo hecho, hecho está.
—Vamos —dijo al final, con