La mano de Luciana se detuvo mientras se quitaba la ropa. El recuerdo de Andrés acercándose a ella cruzó su mente como una estrella fugaz.
Su cuerpo tembló un poco. Aunque todo ya había pasado, el impacto que le dejó no era algo que pudiera superar tan pronto.
Pero no quería preocupar a Daniela, que estaba tras la puerta, así que se forzó a sonar calmada y respondió:
—No… no pasó nada.
Daniela suspiró del alivio. «Por suerte, por suerte no llegó a ocurrir lo peor…»
Si algo irreversible hubiera pasado, se culparía toda la vida.
Luciana se quitó la ropa y se metió en la ducha. Se frotaba la piel con fuerza, tanto que terminó enrojecida. Pero por más que se lavara, seguía sintiéndose sucia.
Pasó mucho rato antes de salir vestida del baño.
Mientras se secaba el cabello...
Toc, toc
Llamaron a la puerta.
Daniela fue a abrir. Al ver que era Miguel, se dio la vuelta, molesta.
Miguel bajó la cabeza, triste. No había nada que pudiera hacer para recuperar a Daniela. No importaba cuánto demostrar