Me levanté más temprano de lo normal.
No dormí mucho, pero por primera vez en semanas no fue por tristeza, sino por expectativa. Nervios. Y sí, un poco de emoción.
Tenía una reunión con los socios principales del nuevo proyecto.
Y esta vez… no era una empleada más.
Era *la* socia.
La directora.
Dueña de parte de esa idea.
Me vestí con cuidado. Nada exagerado. Formal, elegante, pero con mi toque. Diana fue la primera en verme salir del cuarto, con una taza de café en la mano y una sonrisa dormilona.
—Te ves como una maldita CEO —dijo, guiñándome el ojo.
Mathias ya me esperaba en la puerta, en jeans y blazer. Siempre ese equilibrio entre elegancia y rebeldía que lo hacía ver como el heredero perfecto… y el caos perfecto también. Subimos al auto en silencio, pero se sentía bien. Tranquilo.
Al llegar al edificio, una nueva sede que apenas estaba por estrenarse, los fotógrafos nos estaban esperando.
Chismes, luces, flashes.
Cámaras grabando.
Micrófonos gritándonos preguntas.
**—¿Cuándo ser