Algunos años después…
POR JEX LESTER
Estas semanas de vuelta con Alma en Estados Unidos han sido caóticas. por desgracia, las gemelas están en la peor etapa del crecimiento y ya son una diablillas en potencia, pero las amo. Son mis sobrinitas queridas y por esa misma razón había decidido volver con mi amiga y la familia a Nueva York y me quedaría viviendo con ellos.
Esas niñas son mi adoración, con que me llamaran “Tito bello” se me olvidaban todas las travesuras que hacían en el día, por lo que ser su guardaespaldas y niñero personal no me molestaba para nada.
Pero este tercer embarazo de Alma ha provocado que mi amigo Enzo (y yo también) esté tanto o más alerta que la vez anterior y lo entiendo, jamás pensamos que Alma se enfermaría de COVID y que su estado de salud la hiciera perder a su bebé, si por casi la perdimos a ella. Ese fue el motivo principal de que hoy estemos de vuelta en la casa de la familia Scott Soré y de reencontrarme con el imbécil de Thomas Scott, mi maldito segundo motivo de estar aquí.
De sólo verlo me sentía molesto, pues recordaba a mi amiga y hermana Dana en España, criando sola a su bebé, pero eso era lo mejor ¿no? Le había prometido que no diría nada y así me he mantenido todos estos años, ni siquiera había sido capaz de contarle a Alma y ahora ese secreto me estaba pasando factura porque Alma lo descubrió de la peor manera y hasta ahora me lo recriminaba.
—Deja de refunfuñar, mi guardaespaldas favorito y tráeme esa almohada, mi espalda la necesita, por favorcito.
—Es que aún no entiendo por qué tengo que vigilar a ese tipo, Alma— reclamo en tono molesto, porque esa era la verdad, cada uno había hecho su vida y ya para este momento mi sobrino y ahijado no lo necesitaba. Uno puede vivir sin padres y no se muere en el intento, lo sabía por experiencia propia, pero la loca de mi amiga pensaba lo contrario.
—Ese tipo es mi hermano y el padre de nuestro sobrino y necesito saber si ya está mejor. Thomas es mi hermano y lo amo, pero su recuperación para mí ha sido un capítulo distinto del que desconozco y el tiempo que hemos estado separados no me ha dado luces de cómo sigue, aunque he visto avances.
—¿Y para qué quieres saber si está bien? Mejor pregúntale a la jefa y listo. No sé para qué quieres que lo siga investigando— pregunto acomodando su almohada más brusco de lo que creo y ella me mira molesta.
—No quiero, así que me tendrás que ayudar y punto— me reclama, cruzándose de brazos y poniendo mala cara, haciendo su bberrinche de actriz consagrada, porque si digo de cuarta mme termina de matar.
—Bueno, mamá gallina y eso que soy yo el que debería estar refunfuñando.
—Idiota, ya sabes que lo que estamos haciendo será por el pequeñín y también por esos dos. Así que tendrás que ayudarme aunque no quieras, ese será tu castigo por no decirme la verdad en todos estos años, pendejo— Lo dije y ahora lo confirmo ¿no? Esta pequeña Hada, como le dice su marido, es una verdadera demonio cuando se lo propone y peor aún ahora que está nuevamente embarazada. Está empecinada en que esos dos se reencuentren por el bien de mi sobrino y supuestamente por ellos, pero aún no estoy convencido.
Después de instalar a mi jefa, amiga y casi hermana (aunque odia que le diga jefa y el casi hermana es porque estoy enojado con ella) salgo de su habitación y me topo con un pequeño cuerpo que rebota y casi cae al suelo si no fuera porque la alcancé con mis brazos. Es tan liviana y menuda como una pluma que me sorprendo, si parece una niña.
—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? — su cara sonrojada y sus ojitos azules me dejaron sin aliento, era una verdadera muñeca de porcelana, tan linda y frágil, fue lo que me hizo pensar al verla.
—¡López!