El precio de la felicidad.
¿Puede haber alguien más feliz en el mundo que este humilde servidor en estos momentos?
La verdad sea dicha, no tengo idea que hice en mis otras vidas para merecerme esto que estoy viviendo con mi muñequita de porcelana.
Estamos recostados en la alfombra de la sala de la casa de los jefes ¡Después de haber hecho el amor hasta que me dejó sin aliento!
Nota al margen es que debo señalar que mi preciosa mujer es absolutamente insaciable y ahora que está sobre mí, sigue haciendo círculos en mi pecho que me tienen en un estado de tensa vigilia.
—Deja de hacer eso mujer, mira que me prendes.
—¿En serio? — no le voy a decir que es en broma, pero técnicamente estaba hace ya más de tres meses sólo con mi amiga Manu y las duchas frías, pero me aguanto el comentario.
—Amor, fue tu primera vez, segunda y tercera vez, ya debes estar un poco adolorida y yo …
—¡No lo estoy! — me reclama haciendo una pequeña pataleta, así que le sostengo la pierna que me está rozando la parte baja y la acerco a mí to