Nuevamente, Evana e Ignacio fueron sorprendidos por una lluvia torrencial a mitad de camino, por lo que decidieron refugiarse en un hotel donde la única habitación disponible tenía dos camas dobles, así que ella rápidamente distribuyó a los gemelos y cada niño dormiría con uno de sus padres.
En esta oportunidad los pequeños estaban realmente rendidos porque habían hecho varias paradas y en cada una hicieron largas caminatas o participaron en juegos con su padre que estaba haciendo un gran derroche de energía, mientras eran observados por Evana.
–Se durmieron y apenas tuve tiempo de quitarles la ropa sucia del día –comentó Evana en voz muy baja luego de arroparlos en cada cama.
–En este lugar sí que no hay una tienda como el anterior, la próxima parada será un sitio para abastecernos de ropa, la verdad que un viaje de ida y vuelta en un día ya va para el tercero, se convirtió en una aventura improvisada, pero la estoy disfrutando, ¿tú no?
–Sí la disf