En Dinamarca, Mateo y Raffaella habían iniciado con muy buen ritmo el desarrollo del proyecto que les había confiado el señor Hansen. En ese momento tenían la primera reunión informativa y era ella quien llevaba la presentación.
–Sus avances han superado mis expectativas –decía su jefe muy entusiasmado–, se ve que trabajan muy bien juntos, eso me alegra y me confirma que tuve buen ojo al formar este pequeño equipo.
–Gracias señor Hansen, es muy amable –expresó Raffaella.
–Es un honor trabajar con alguien como ella, señor –manifestó Mateo.
–Y por lo que veo están bastante adelantados, así que el cronograma se cumplirá incluso antes de lo previsto.
–Así es señor y eso tiene una razón –indicó Raffaella.
–¿Ah sí? ¿Cuál es esa razón? ¿Quieren que comience a ganar dinero más rápido? –preguntó jocoso.
–No, es que tengo que pedirle permiso para ausentarme unos días, sin paga por supuesto, pero debo cumplir con