Justo el día en que se cumplía el plazo de dos semanas que Adrián le había dado a Olivia para irse o, si decidía quedarse, pedirle matrimonio, él recibió un sobre cerrado en su oficina donde se le solicitaba acudir a las nueve de la mañana a un helipuerto privado.
Teniendo muy en cuenta la fecha que estaba viviendo solo sonrió y decidió atender las indicaciones recibidas, así que siguió al mensajero quien lo condujo hasta una limosina donde fue recibido con champaña y un gran ramo de rosas rojas.
Lo transportaron hasta un terreno donde abordó un helicóptero sin ningún detalle identificativo, alzó una ceja, pero igual atendió las indicaciones y se dejó llevar, había avanzado bastante según su apreciación cuando lo instaron a colocarse un arnés y un paracaídas.
–¿Qué pretende que haga? –le preguntó al hombre que le entregaba los implementos.
–Saltaremos señor.
–¿Perdón? ¿Qué cree que voy a hacer en el medio de la nada?
–Confíe en mí señor,