Adrián escuchó tacones detrás de él, volteó lentamente y pudo ver de espaldas el cuerpo totalmente desnudo de Olivia atravesando el pasillo en dirección a la habitación, llevando algo en las manos que no pudo distinguir ya que sus ojos estaban anclados en el redondo, firme y provocador trasero de ella.
“¿Eso fue una insinuación mi querida Olivia?” –preguntó al aire, esbozó una pícara sonrisa, entrecerró los ojos y emprendió camino al dormitorio.
–Olivia, ¿estás por aquí? Te busqué en la cocina –expresó como al descuido, ingresando a la habitación e intentando no darle a entender que iba tras ella, bueno..., a decir verdad…, en ese preciso momento solo estaba enfocado en su trasero.
Ella surgió del vestidor y sí, estaba totalmente desnuda, parada sobre unos altísimos tacones, con su largo cabello cayendo en cascada sobre su espalda y pechos.
–Linda, esto es lo mejor que se te haya podido ocurrir.
–¿Verdad que sí?
–¿Todo esto es para decir