Llegó lo que se esperaba fuera un gran día para toda la familia Remington-Wellington. Ese día Evana e Ignacio despertaron y manteniéndose abrazados ambos tenían la mirada fija en el techo de su habitación.
De pronto Evana recogió con el dorso de su mano una lágrima que había escapado de sus hermosos ojos verdes, Ignacio lo notó y la estrechó aun más contra su cuerpo.
–Yo también me siento muy sensible hoy, pero estoy lleno de felicidad.
–Yo estoy agradeciendo a todo el universo por haber llegado a este momento, después de recorrer un camino que no siempre fue claro o definido, hubo tropiezos, pero hoy solo quiero expresar mi agradecimiento, sin arrepentimientos ni rencores.
–Ese día que llegaste a casa creo que fue uno de los peores de tu vida, ¿cierto?
–Así es, porque desde el momento en que supe que serían gemelos se instaló en mi pecho la certeza de que eran dos niños, pasé por una joyería y compré dos pulseras con las iniciales “A” y