Ignacio lo observó, sabía que Tiberius hablaba en serio, pero él también había tomado una decisión y no retrocedería, estaba dispuesto a permanecer en la vida de sus hijos y, además, intentaría iniciar una nueva etapa con Evana, pero esta sería diferente, con hechos le demostraría que sus sentimientos eran sinceros; quería ser digno de ella y, sin intentar recuperar el tiempo perdido, llegar a convertirse en el hombre que siempre debió haber sido para ella.
Tiberius también lo miraba y decía para sus adentros que no había forma alguna que él le diera alguna oportunidad de volver a acercarse a su hermana, él la había visto rota, la escuchó llorar cada noche, veía sus ojos tristes, extrañó por mucho tiempo su cálida sonrisa, su voz cantarina narrándole cualquier cosa.
Luego agradeciendo cada día de recuperación de Evana, cada pedazo que iba pegando de su corazón roto, la vio resurgir, fortalecerse y reinventarse, así que no, Ignacio Remington no volvería a hacer su vida miserable.
Las p